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Testimonios

LA MUERTE DE ALBERTO “TUCHO” METHOL FERRÉ

A los 80 años falleció uno de los más importantes pensadores sudamericanos de la Banda Oriental. Supo pensar el nacionalismo uruguayo y tuvo relación político-intelectual con Jorge Abelardo Ramos. Su pensamiento regional y su influencia en el Mercosur.

A los 80 años, acaba de morir en Montevideo uno de los más importantes pensadores sudamericanos, el uruguayo –mejor: el rioplatense- Alberto Methol Ferré.
Formado en la matriz del herrerismo oriental, Methol comprendió tempranamente que un nacionalismo uruguayo no tenía sentido si no se proyectaba a un nacionalismo de dimensión continental: desplegó así un pensamiento “de frontera” , conciente de que el destino de su patria chica estaba íntimamente vinculado a la suerte de sus dos grandes vecinos – Brasil y Argentina- y a la capacidad de la región para articular una política común, que reencontrara la unidad del pasado (los vínculos estrechos entre España y Portugal a fines del siglo XVI y principios del XVII) en una estrategia presente y lanzada al porvenir.

Puede decirse que toda la vida adulta de Tucho estuvo dedicada a corporizar esa idea: tanto en el plano cercano de sus compromisos políticos uruguayos (su vínculo con el ruralista blanco Benito Nardone, su amistad posterior con el general Liber Seregni, que presidió el Frente Amplio en sus orígenes) como su incesante, amplísima actividad intelectual que, por cierto, no estaba limitada por localismos, sino que se elevaba a lo universal desde un hondo enraizamiento en lo nacional-sudamericano y sustentada en una mirada histórica y geopolítica.
Methol encontró un alma gemela del otro lado del Plata, en Buenos Aires: Jorge Abelardo Ramos. No tuvo importancia ni fue un límite para ellos la circunstancia de que el porteño se hubiera formado en los pequeños grupos trotskistas que en el Buenos Aires de los años ’40 escribían panfletos contra “la guerra imperialista” mientras el uruguayo era no sólo un católico convencido, sino un hombre de la Iglesia.

Era más importante lo que los unía: coincidían en la mirada continental y, más allá de lo ideológico, valoraban y defendían el proceso que en la Argentina encabezaba Juan Domingo Perón. En 1953 quedó encandilado al leer un discurso reservado que el presidente argentino había pronunciado para un público de altos oficiales en la Escuela de Guerra, en el que ofrecía con amplitud su concepción política sobre la unión sudamericana, empezando por el ABC: Argentina, Brasil, Chile.

“Para mí este ha sido uno de los temas esenciales, si no el esencial de mi vida intelectual y personal –escribiría Methol muchos años después-. Y tengo un vínculo personal con un discurso de Perón del año 1953 que definió todas mis perspectivas político-intelectuales. Por eso para mí el tema de la integración no es una mera reflexión académica, sino que involucra mi percepción y mi comprensión de mi propio país. En el fondo uno es hijo de sus primeros amores; los primeros amores no se dejan nunca y en la vida política, ocurre lo mismo. Mis primeros amores fueron dos: el Dr. Luis Alberto Herrera en Uruguay y el Coronel Juan Domingo Perón en la Argentina, allí por el año 1945 cuando me empezaba a asomar a la vida pública. Y fue allí donde comencé el aprendizaje de la historia rioplatense, más que del Uruguay solo o de la Argentina sola”.

Methol siguió esa estrella: la de la unidad continental. La vió decaer y luego la observó renacer a partir de la estructuración del Mercosur en los años 90.Como miembro eminente del laicado católico, participó en los densos, profundos debates que la Iglesia se dio, sobre todo a partir de los años 60, cuando fue azotada por los vientos de la guerra fría y los seminarios se despoblaban porque las vocaciones dejaban de inspirarse en las Escrituras para hacerlo en las fórmulas simplificadoras de los manuales de dialéctica y la Cruz era sustituida por el fusil.

Methol polemizó vigorosamente con esas tendencias que llevaban a generaciones de jóvenes del Continente a la vía muerta y mortal de la guerrilla: sus textos sobre “la revolución verde oliva” fueron decisivos y constituyeron una fuente de inspiración no sólo en el seno de la Iglesia, sino en los movimientos políticos populares del Continente y en la propia izquierda.
Su influencia fue igualmente relevante en la Conferencia Eclesiástica de Puebla, donde la Iglesia Latinoamérica corrigió el rumbo de los años anteriores y buscó un curso de acción equilibrado, convocando a un eje central a tantas jerarquías que habían sido arrastradas a la derecha y a tantos curas y movimientos laicos que habían derrapado por izquierda.

Methol deja una herencia de pasión continental, de búsqueda de nexos entre movimientos y países de la región, de construcción de estrategias que proyecten a la América del Sur a un gran destino en el concierto planetario.

Deja un legado de compromiso intelectual, cuya mayor característica fue su capacidad de mantener el objetivo sin perder la lucidez y la capacidad para captar los cambios de situación por complejos, paradójicos y desafiantes que fuesen. Finalmente, admirador de Perón como era, consideraba que la única verdad es la realidad. Y católico de fe acendrada como vivió y murió, sabía que Dios escribe derecho en renglones torcidos.